José Ricardo Falú dijo a Diego López Ávila, fiscal de Instrucción de la IV Nominación, que apreciaba que ciertos actos de los fiscales Alejandro Noguera y Arnoldo Suasnábar, y del juez Juan Francisco Pisa habían procurado proteger al crimen organizado y no la recta función de administrar justicia. La declaración tuvo lugar el 9 de abril pasado, en el domicilio de Falú, puesto que ese testigo padece una enfermedad rara que lo mantiene postrado. El testimonio había sido ofrecido por su hijo, Alfredo Falú, quien es uno de los denunciantes de Noguera en la causa que también implica al fiscal Guillermo Herrera.
En la cama, Falú juró decir la verdad. Y refirió que iba a dar a conocer hechos que implicaban la decisión de poner a la Justicia al servicio de organizaciones criminales. El testigo se presentó como un hombre que había conocido el delito desde todas las perspectivas posibles: como ministro de Gobierno y Justicia; como legislador; como autor de libros sobre el proceso penal; como camarista de Apelaciones y vocal de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán; como profesor universitario y como abogado defensor.
Enseguida, abordó el caso “Jorrat”, de 2011, donde estaban imputados Daniel Felipe Jorrat y Rubén “La Chancha” Ale: “sólo basta revisar ese expediente para advertir que Servicios y Negocios SA y Gustavo Carrasco, los particulares ofendidos por la usurpación de tierra y el robo de granos, debieron asumir con valentía la ausencia grave y continua del Poder Judicial, y, en ese afán, produjeron más de un centenar de pruebas, con un trabajo eficiente de la fiscalía interviniente. Cuando Servicios y Negocios SA, y Carrasco desistieron del rol de querellante, lo hicieron dentro de su más legítimo campo de facultades procesales, pero no expresaron que no había delito, sino que dejaron que la acción pública continuara tramitando en las manos exclusivas del fiscal (Herrera) y del juez (Manuel Pérez)”.
Falú expresó, según consta en la copia del testimonio, que, frente a la delincuencia organizada y a una banda públicamente conocida como tal, Noguera dio vuelta la historia y utilizó sus facultades para cerrar definitivamente el caso, y sobreseer a Ale y a Jorrat. “Otorgó impunidad a los Ale pese a que la prueba recolectada en esa época era consistente y podía cómodamente sustentar una sentencia condenatoria”, juzgó. El testigo agregó a ello el hecho de que, cuando Noguera tuvo que opinar sobre la revisión de la prisión preventiva, presentó un dictamen de 14 fojas favorable a Ale y a Jorrat a las pocas horas de recibir el expediente, cuando supuestamente no conocía el caso.
Luego, el ex juez defendió el valor probatorio de la carta amistosa para con Ale hallada en la casa de este y atribuida a Noguera por la Justicia Federal. “Para el proceso penal, toda prueba es válida en cuanto conduzca a la verdad y en ningún lado está escrito que una carta sea tal porque tenga firma (...). Esa nota aparece en el domicilio de un miembro de la banda protegida por Noguera (...) y estaba allí porque guardaba un compromiso, una forma de relacionamiento con la mafia, ¿o es que acaso esperaban que tuviese la firma y el sello de Noguera?”, interrogó.
Voces de cohecho
Falú dijo que “Jorrat” no era la primera causa en la que Noguera defendía al crimen organizado. “Hizo lo mismo con los Hernando, la banda de asaltantes más peligrosa de las últimas dos décadas”, definió. Y relató que hace cuatro años, ese grupo entró con armas de guerra en una estación de servicio de la empresa Full Service SRL; inmovilizó a clientes y al personal, y robó $ 500.000. En ese atraco, el jefe, Luis Manuel “Fito” Hernando, se trabó en lucha con el empresario Miguel Jorge, y, como consecuencia de ello, el cabecilla murió. “Hubo heridos, crisis de nervios, renuncias y amenazas, como consta en el expediente que tramitaba en la Fiscalía IV, entonces a cargo de Noguera. Pero, si mal no recuerdo, sólo cuatro fojas estuvieron orientadas a investigar a los Hernando, mientras que los centenares de carillas restantes se dirigieron a hostigar y perseguir a la víctima Jorge, quien, tras un largo proceso, logró obtener el sobreseimiento por legítima defensa”, acotó. Y agregó: “el plan de Noguera, continuado por Suasnábar, era muy simple: desviar la investigación de la banda, cosa que sucedió. Esto que digo está en el escrito de recusación de Suasnábar, que recibió el caso cuando Noguera ascendió a fiscal ante la Cámara de Apelaciones. Suasnábar también se convirtió en protector de los Hernando y nunca promovió una medida para investigarlos pese a que se conocían los nombres de los integrantes de la banda; el vehículo en el que se movían; había videos aportados por la víctima y los teléfonos celulares robados en la estación de servicios”.
Falú dijo que Noguera cometió “el error inaceptable” de dar el rol de querellante a la viuda de “Fito” Hernando para que la mujer pudiese presionar a Miguel y conseguir un arreglo económico que lo liberase de la imputación de homicidio con alevosía. “Noguera se prestaba a este juego”, afirmó.
Falú luego expresó que el planteo de la recusación de Suasnábar fue a parar a manos de Pisa: “allí obviamente murió el intento de apartamiento del fiscal. Es obvio que no abrigábamos ninguna esperanza de que un juez desacreditado como Pisa adopte una actitud distinta que encolumnarse detrás de Noguera y de Suasnábar. Y a mí me sirven como elemento de juicio las voces casi unánimes que desde hace años corren en el foro sobre las graves irregularidades que cometen algunos de estos personajes, muchas veces vinculadas al cohecho”. El testigo razonó que fiscales y jueces que se comportan así sólo agrandan el campo del delito y achican la seguridad pública. “Son un veneno más dañino que el propio crimen organizado”, acusó.